jueves, 28 de mayo de 2009

Libertad para el preso anarquista Joaquín Garcés Villacampa

Joaquín Garcés Villacampa, es un compañero anarquista que actualmente se encuentra preso en el centro penitenciario de Castellón.

Joaquín entró en prisión, a raíz de su detención por varias acciones de expropiación para apoyar las luchas y organizaciones revolucionarias de finales de los años 70 y fue condenado a 35 años y seis meses de prisión, pena que comenzó a extinguir a mediados de 1980. En 1999, a raíz de la lucha colectiva contra el FIES, Joaquín participó activamente y llevó a cabo diferentes ayunos y huelgas de hambre por los cuatro puntos de reivindicación colectiva, conforme a lo que estipulaba la ley:

- El fin de las torturas, el cierre de los departamentos FIES.
- El cese de la dispersión.
- La libertad para las personas con enfermedades incurables y terminales.
- La libertad para las personas que hayan cumplido más de 20 años de condena.

A estos puntos, además de sus reivindicaciones personales, añadía todas las propuestas de solidaridad revolucionaria. Joaquín estaba convencido de que ya se encontraba en fase de obtención de permisos de su condena y sin embargo le negaban toda posibilidad. Tras diferentes protestas y recursos, consiguió que le concedieran algún permiso desalida, y aprovechó dicha situación para quebrantar y no regresar a la prisión, en Mayo del 2003.

La siguiente ocasión en la que se tuvo conocimiento de Joaquín, fue a raíz de la detención por la Guardia Civil, de cinco compañeros y una compañera en Barcelona, en Septiembre del 2003, por diferentes acciones en solidaridad con diferentes luchas político-sociales. Atodxs lxs detenidxs, incluido el compañero que quedó en libertad con cargos, se les aplicó la ley anti-terrorista y fueron llevados a la Audiencia Nacional, en donde, primero el juez Garzón, intentaron condenarlos como banda armada terrorista. Al final, el caso fue instruido por el juez Bermúdez, el juez estrella del 11 M, y no pudo encausarlos como organización armada, aunque les imputó con las acusaciones de ataques de terrorismo urbano, incendios, estragos,daños contra oficinas bancarias, estaciones eléctricas, concesionarios de automóviles... y una acción contra la embajada de Grecia, en solidaridad con los encarcelados de Salónika. Por todos estos cargos, Joaquín fue condenado a 7 años y medio de prisión.

Estando cumpliendo esta última condena en la prisión de Castellón, en Octubre del 2003, su abogado se percató de una irregularidad en su anterior condena. Encontró que en el año 1992, la Audiencia Provincial de Zaragoza, dictó un auto de acumulación de condenas que limitaban su cumplimiento hasta el 19 de Julio del 1997. Esta situación se ocultó y Joaquín, que en esos momentos se encontraba en Jaén II, siguió en prisión durante 5 años más, hasta su quebrantamiento en el 2003. Esta situación fue recurrida por su abogado, en colaboración con otro compañero abogado en Madrid, ante el Juzgado Central y en donde el Juez investigó esta situación, pronunciándose con su puesta en libertad, situación que fue en principio recurrida por el fiscal con argumentos muy triviales, para declararse posteriormente incompetente,bloqueando así la salida de la prisión de Joaquín.

Esta injusta situación, que permanece bloqueada en los tribunales, no se trata más que un nuevo recurso dilatorio, en la línea del ocultamiento de la acumulación de condena que se produjo en el año 1992.

Recientemente, los días 5 y 12 de Marzo, renunció a la comida por las reivindicaciones colectivas de los cuatro puntos arriba anunciados y por el "cese de la utilización de sistemas y subsistemas estatales contra las ideas no concordantes o no aceptadas por el sistema".Además, ha llevado a cabo diferentes ayunos en solidaridad con los compañeros anarquistas presos en Alemania, y en solidaridad con las luchas de los ergastolanos italianos y las luchas revolucionarias de Grecia, o contra las cadenas perpetuas encubiertas en el estadoespañol.

En protesta por su situación personal, Joaquín ha renunciado a la comida todos los lunes hasta que consiga su libertad y rechaza también cualquier tipo de cuidado médico proveniente de la cárcel y hace un llamamiento a todas las organizaciones y grupos de afinidad y de derechos humanos, para la difusión y la denuncia internacional de esta situación por el secuestro de estado, a causa de sus ideas.

En definitiva, que a pesar de que instancias judiciales se han pronunciado y han reconocido que Joaquín Garcés Villacampa ha permanecido 5 años más en prisión, el estado español mantiene secuestrado a Joaquín en la prisión de Castellón a causa de su compromiso con sus ideas anarquistas.

Desde aquí, invitamos a la máxima difusión de este escrito, para que la denuncia contra el estado español, alcance una dimensión internacional:

- Derogación y no aplicación de la "Doctrina Parot".
- Cese de la utilización de las instituciones coactivas y punitivaspara la persecución de las ideas.
- Liberación de todxs lxs presxs y demolición de todas las cárceles ylugares de encierro.
- Cese de todas las formas de violencia sistémica.
- Abolición del estado y colectivización del capital.

Salud y libertad!

Más información en:
http://www.youtube.com/watch?v=e65y3J7lhps
http://libertadjoaquingarces.blogspot.com/

martes, 26 de mayo de 2009

Todo para los consejos

Este texto es un fragemento de Anarquismo y sovietismo, de Rudolf Rocker. La traducción que hemos utilizado fue la que se publicó en 1977 por el Comité Regional del Centro de la CNT.
Gracias al desarrollo del movimiento obrero de la época de la Internacional el socialismo se halló en condiciones de sacudir los últimos vestigios de las tradiciones burguesas y de volar enteramente con sus propias alas. La concepción de los Consejos abandonó la noción de Estado y de la política del Poder, cualesquiera que fuese su máscara. Igualmente se hallaba en oposición directa con toda idea de dictadura. En efecto, aquella no trató solamente de arrancar el instrumento del Poder a las fuerzas posesoras del mismo y al Estado, sino que tendió a aumentar lo más posible su propia potencia.


Los adelantados del sistema de Consejos han comprendido muy bien que con la explotación del hombre por el hombre debe desaparecer también la dominación del hombre por el hombre. Ellos han comprendido que el Estado, potencia organizada de las clases dominantes, no puede ser transformado en instrumento de emancipación por el trabajo. Igualmente pensaban que la destrucción del antiguo aparato del Poder debe ser la tarea más importante de la Revolución social para imposibilitar toda nueva forma de explotación y retroceso.


Que no se nos objete que la “dictadura del proletariado” no puede ser comparada a una dictadura cualquiera por tratarse de la dictadura de una clase. La dictadura de una clase no puede existir como tal pues se va a parar, a fin de cuentas, a la dictadura de un determinado partido que se irroga el derecho de hablar en nombre de una clase. Es así como la burguesía liberal, en lucha contra el despotismo, hablaba en nombre del Pueblo. En los partidos que jamás han usufructuado el Poder, la aspiración al mismo, habiendo ganas de ello, deviene en extremo peligrosa.
(…)
Ya sabemos que la Revolución no puede hacerse con agua de rosas. No ignoramos tampoco que las clases posesoras nunca abandonarán, espontáneamente, sus privilegios. En el día de la Revolución victoriosa los trabajadores deberán imponer su voluntad a los actuales detentadores del suelo, el subsuelo y los medios de producción, lo cual no será conseguido, entendemos nosotros, sin que los trabajadores tomen por ellos mismos en mano el capital social y, ante todo, habiendo demolido el aparato autoritario el cual es, y seguirá siendo, la fortaleza que irá domeñando a las masas populares. Un tal acto representa sin duda alguna un acto de liberación; una proclamación de la justicia social; la esencia misma de la Revolución social, que nada tiene de común con el principio puramente burgués de la dictadura.


El hecho de que un gran número de partidos socialistas se haya adherido a la idea de los Consejos, que es la propia de los socialistas libertarios y de los sindicalistas revolucionarios, es confesión y garantía por lo que reconoce, con ello, que la táctica seguida hasta el presente es producto de una falsificación, de una distorsión, y que el movimiento obrero debe crear por su cuenta, con los Consejos, un órgano único y capaz de realizar el socialismo integral que el proletariado consciente apetece. Por otra parte, no se debe olvidar que esta decisión repentina arriesga introducir en la concepción Consejos a muchos elementos extraños, es decir, que nada tienen en común con las tareas originales del socialismo, debiendo ser eliminados como seres peligrosos para el desenvolvimiento ulterior de los Consejos. Esos elementos extraños el primer lugar que imaginan pertenece a la dictadura. Nuestra tarea debe cifrarse en cortar ese peligro y prevenir a nuestros compañeros de clase contra las experiencias que no pueden acelerar, pero sí, contrariamente, retrasar el día de la emancipación social.


En consecuencia, nuestra recomendación es la siguiente: ¡Todo por los Consejos, o Soviets! ¡Ningún poder por encima de ellos! Cláusula que será, al mismo tiempo, la de la Revolución social.

domingo, 17 de mayo de 2009

Consideraciones generales sobre el terrorismo

Este texto es un fragmento del libro Terrorismo en Barcelona, escrito por Ángel Pestaña en 1923. A pesar de la polémica, tanto histórica como ideológica, que envuelve a este personaje, hemos decidido publicar el texto por la claridad, concreción y actualidad de las ideas que expone.

También hay que decir que el texto pertenece a una época en la que Ángel Pestaña aún estaba muy cerca de las ideas anarquistas y anarcosindicalistas de su primer período. Es decir: mucho antes de que se produjera su expulsión de la CNT y la posterior fundación del Partido Sindicalista.

Al margen de estas circunstancias, la carga antiautoritaria de este fragmento nos puede servir como punto de partida a la hora de emprender cualquier reflexión personal acerca del papel que desempeña el terrorismo en el control que los Estados ejercen sobre la población. Esperando que así sea, os animamos a leer el texto y a que cada cual saque sus propias conclusiones.
Si debiéramos historiar los orígenes, la génesis del terrorismo en la marcha de los pueblos, las razones históricas o de conveniencia personal que lo engendraron, necesitaríamos remontarnos a los tiempos más lejanos de la historia, ya que el terrorismo, como azote obligado, al igual que las guerras y las pestes, ha sido practicado indefectiblemente por todos los que han gobernado en todos los tiempos y en todos los países.
Los pueblos siempre han sido sometidos por el terror. Las guerras en la antigüedad se hacían por el terror y cuando uno de los dos ejércitos vencía, la ley del vencedor, impuesta por la violencia, engendraba un terrorismo violento e inhumano.
Las conquistas más famosas de que la historia nos habla, subyugación de unos pueblos por otros, siempre han hallado en el terror su auxiliar más incondicional y más poderoso.
Y del gobierno de los pueblos en los periodos de los reyes absolutistas, ¿qué decir? Ni un resumen concreto podría hacerse, en obra de esta índole, de lo que ha sido el terrorismo en manos de los gobernantes.
Hay nombres célebres en la historia. Muchos. Pero, ¿a qué deben la mayoría su celebridad histórica? Al terror que practicaron, que los hizo temidos y odiados por el pueblo.
Al lado de un Platón, de un Séneca o de un Giordano Brunno, Nerones, Calígulas, Borgias y Médicis podrían citarse.
El relato de la esclavitud de los pueblos es la más horrenda historia de terror que puede imaginarse.
En todas las épocas y de todos los tiempos el terror ha sido el método de gobierno practicado por quienes inspiraron lo que ningún otro título podía concederles.

lunes, 4 de mayo de 2009

Juan Alcaraz Saura. Todo un ejemplo para la militancia confederal

Publicamos aquí la reseña biográfica sobre el compañero cenetista Juan Alcaraz que apareció en el nº355 del periódico CNT, correspondiente al mes de Abril de 2009, y que fue redactada por un compañero de nuestro grupo.
Si quereis leer el artículo en su formato original, en versión pdf, podeis hacerlo en el siguiente enlace:
http://www.cnt-ait.tv/d/947-2/cnt_355_Abril09-web.pdf

El compañero Juan Alcaraz Saura nació en la comarca de Cartagena hace ahora ochenta y ocho años. Fue un 5 de Enero de 1921 en un pueblo llamado la Aparecida, el mismo pueblo que durante los años de la Guerra Civil fue conocido como Caserío Francisco Ascaso. Al empezar la contienda bélica (“revolucionaria para nosotros”, como afirma el propio Juan) tenía sólo quince años, pero muy pronto se despertó su curiosidad por las ideas libertarias. Empezó a asistir a las reuniones y mítines de la CNT, a la que se afilió en 1937, y a leer todos aquellos periódicos y libros que llegaban a sus manos. Poco tiempo después decidió organizar, junto a otros jóvenes del pueblo, un grupo de Juventudes Libertarias del que Juan sería el primer secretario: el Grupo Acracia. Aquellos jóvenes libertarios, con la ayuda del maestro de la escuela, organizaron una serie de charlas y clases para adultos, casi todos analfabetos, con las que obtuvieron un gran éxito y una tremenda satisfacción.

En 1939, al cumplir los dieciocho años, Juan fue llamado a filas. Aquella fue la última de las quintas a las que llamaron “del biberón”, ya que la guerra estaba tocando a su fin y ya no se movilizaría a más hombres para defender a la República. El 5 de Marzo de 1939, domingo, Juan se dirigía en bici al arsenal de Cartagena, donde había sido destinado para cumplir su servicio militar, cuando escuchó gritos de “¡Viva España!” a la entrada de la ciudad. La quinta columna se había puesto en movimiento y grupos armados de soldados y civiles actuaban por las calles gritando sus consignas y agitando sus banderas. Juan decidió cambiar de rumbo y se dirigió entonces al Comité Comarcal de la CNT, donde se encontró con un buen número de compañeros que habían llegado hasta allí para, igual que él, esperar el desenlace de los acontecimientos.

Pronto llegaron noticias de que la flota naval, anclada en su totalidad en el puerto de Cartagena, se preparaba para zarpar rumbo a Argelia, donde se pediría refugio a las autoridades francesas. Sin pensárselo dos veces, los compañeros reunidos en el Comité Comarcal tomaron la decisión apresurada de abandonar la ciudad antes de que los fascistas los atraparan por sorpresa. En fila india fueron abandonando el edificio para llegar hasta el puerto de la ciudad, donde tuvieron la suerte de encontrar el último barco de la flota que aún no había zarpado: el crucero Miguel de Cervantes, capitán de la escuadra marítima. Unos veinticinco o treinta compañeros subieron al barco, sumándose así a los tres mil ochocientos militares republicanos y a los trescientos cincuenta civiles que huyeron de Cartagena aquel mismo día. “Los que no quisieron correr nuestra suerte”, recuerda Juan, “se marcharon a sus casas. Más tarde sufrieron las consecuencias siendo detenidos y encarcelados, entre ellos, dos hermanos míos”.

La flota llegó el 7 de Marzo a la base naval de Bizerta, en Túnez, ya que las autoridades francesas les habían negado refugio en Orán. “A partir de ahí”, nos cuenta Juan, “empezó nuestro calvario en el exilio. Nos pusieron mandos militares, nos distribuyeron en grupos y nos hacían formar todas las mañanas para repartirnos el trabajo”. Allí fueron sometidos a custodia militar y a régimen disciplinario, transportados en vagones para el ganado y hacinados en las condiciones más penosas e insalubres que podamos imaginar. Dormían en casas derruidas, sin puertas y sin ventanas, sobre suelos cubiertos de paja como único abrigo, y recibían escasísimas raciones de agua y de comida. “Pronto empezamos a sentir la necesidad de alimentos, el agua estaba racionada; solamente se nos daba para beber. Nos hacían miserias para que volviésemos a España. Las autoridades del campo, con cierta complicidad de algunos ex-mandos de la flota, fijaron un aviso en el que, sustancialmente, se decía: el gobierno de Franco concede una amplia amnistía y asegura la libertad a los que decidan volver. Bastantes marinos volvieron pero nunca regresaron a sus casas”.

Durante los meses siguientes, Juan trabajó en la construcción de un ferrocarril que debía unir el sur de Túnez y la línea Mareth, pero muy pronto comenzó la Segunda Guerra Mundial y tuvieron que ser evacuados a la retaguardia. Fueron trasladados a la Skira, una gran playa al norte de Gabés donde el ejército francés almacenaba gran cantidad de armamento y munición. En quince días, ante el avance de las tropas italianas, tuvieron que cargar todo aquel material en trenes preparados a tal efecto. Una vez terminado este trabajo fueron conducidos hasta las llanuras de las montañas Kenchela, en Argelia, donde serían utilizados para talar árboles y construir caminos y puentes con sus propias manos, arrastrando enormes piedras que tenían que transportar con la sola fuerza de su cuerpo. Después serían trasladados a las minas de Kenadza, al sur de Orán, siendo puestos a entera disposición de la Sociedad Minera Houillères de Kenadza para ser empleados en las minas o en cualquier otro trabajo que pudiera surgir.

Las faltas disciplinarias, por leves o inexistentes que pudieran parecer, eran castigadas de la manera más severa. Juan recuerda una ocasión en la que se negó a limpiar la habitación de un vigilante civil y fue castigado con siete días de tombeau. Este castigo consistía en permanecer sentado en un agujero cavado en la tierra siendo alimentado una vez al día con un trozo de pan duro y un poco de agua a la que se añadía un buen puñado de sal de vez en cuando. Tras siete días de castigo, Juan fue confinado durante tres meses en el campo de Hadjerat M’Guil, más conocido como el Valle de la Muerte. “Gracias a mi juventud, mis deseos de vivir y de volver a ver a mi familia”, nos asegura este compañero, “pude salir vivo de aquel infierno”. Los goumiers que vigilaban a los trabajadores en aquel campo tenían orden de disparar a todo aquel que intentara fugarse, algo que hacían cuando sus jefes, simplemente, se lo indicaban. Las ropas y el calzado que les dieron eran miserables y gastados, viéndose obligados a caminar descalzos sobre las piedras cuando llegaba la noche. Los trabajos llevados a cabo en este campo llegaban hasta la extenuación, al igual que las palizas indiscriminadas que llevaron a la muerte a compañeros como Lewystein, Moreno, Jaraba, Pozas, Álvarez… entre muchos otros. Juan recuerda con especial tristeza al compañero Moreno, también conocido como el Maño, que fue torturado, golpeado y obligado a trabajar más allá de sus posibilidades físicas durante una terrible agonía que duró ocho interminables días. “Lo azotaban sin compasión delante de todos los componentes del campo. Groumiers formados, con los fusiles en mano, nos rodeaban para que no nos moviésemos al presenciar tales horrores. Por las noches, después del penoso trabajo que tenía que realizar, no lo dejaban dormir, turnándose en los apaleamientos todos los guardianes, desde el jefe hasta el último empleado”. Y así continuaron hasta el día en que lo abandonaron sin sentido en el suelo de una celda, sin alimento y sin los cuidados médicos más básicos, muriendo ocho días después de su llegada al conocido como Valle de la Muerte. “Sufríamos con fuerza de voluntad la humillación”, nos cuenta Juan. “Yo era joven y jamás hubiera creído lo que pude ver allí (…). Cuando me sacaron de allí, pensaba en los que se quedaron. Me preguntaba cómo hombres con galones, bien comidos y vestidos, podían hacer tanto daño a sus prójimos”.

Cuando las tropas aliadas invadieron el norte de África, Juan se marchó a Orán. Empezó a trabajar de camarero, conoció nuevas amistades, se casó y tuvo tres hijos. Fue feliz en aquella ciudad durante algunos años pero otra guerra, en este caso la de Argelia, le obligó a emigrar de nuevo. En esta ocasión Juan marchó con su familia a Avignon, en Francia, donde unos familiares les ayudaron a salir adelante. No regresó a Cartagena hasta treinta y siete años después del exilio, una vez que “el régimen totalitario fue barrido con la muerte del traidor Francisco Franco”.

El compañero Juan puede presumir de no haber faltado nunca a su compromiso con el Anarcosindicalismo. Tanto en el exilio como tras su regreso a Cartagena nunca ha dejado de contribuir con sus cuotas al sindicato, su presencia en las reuniones y su asistencia a las manifestaciones. Siempre ha colaborado a la hora de repartir propaganda y ha ocupado aquellos cargos que necesitaban ser cubiertos, cosa que ha hecho durante años haciéndose cargo de las tesorerías del SOV de Cartagena y del Comité Regional de Murcia. Actualmente el compañero Juan Alcaraz continúa manteniéndose activo como militante de la CNT en Cartagena, aportando su apoyo y su experiencia en todos aquellos momentos que considera oportuno. Tal y como él mismo dice, “hoy, a mis ochenta y ocho años, soy menos eficaz pero sigo en la brecha”.

El ejemplo que Juan brinda a quienes tiene a su lado es de un valor incalculable. Por desgracia no todos tenemos el mismo empeño y capacidad de entrega que tiene este gran compañero, pero, aún así, debemos ser capaces de aprender de la solidez de esas ideas antiautoritarias que le han acompañado hasta el momento presente. Para eso sólo es necesario ser un buen alumno, ya que al buen maestro ya lo tenemos. ¡Salud compañero!

¿Qué es Individualidades Anarquistas?

El Grupo de Individualidades Anarquistas de Cartagena está formado por una serie de personas unidas por las ideas anarquistas. Cada una de nosotras es vista por las demás como un individuo autónomo, independiente y capaz de alcanzar sus propias conclusiones para actuar en consecuencia, de manera que el grupo tan sólo es el caudal natural en el que confluyen los pensamientos y las acciones de quienes lo componen.
La coordinación y organización del grupo dependen de la afinidad existente entre las individualidades anarquistas agrupadas. Todas aquellas iniciativas, propuestas, acciones e ideas que surgen a partir de dicha afinidad están, en la medida que sea, incluidas en ella. Esta afinidad queda enmarcada dentro de la lucha obrera revolucionaria, antiautoritaria y anticapitalista, siendo la diversidad interior de cada uno de los individuos revolucionarios la encargada de generar los múltiples matices que continuamente enriquecen los planteamientos políticos del grupo.
Las Individualidades Anarquistas que hemos decidido agruparnos en Cartagena consideramos que nuestra iniciativa es, simplemente, una tendencia natural hacia la auto-organización solidaria de la clase obrera. Nuestros objetivos más inmediatos pasan por la construcción de una red libertaria desde la que extender nuestras iniciativas y proyectos a una red mucho más amplia, estableciendo nuevas relaciones en las puedan germinar nuestras aspiraciones revolucionarias. En cuanto a nuestro objetivo final, éste no es otro que contribuir, en la medida de nuestras posibilidades, a la construcción de la Anarquía que hará posible la Revolución social.

Grupo de Individualidades Anarquistas-Cartagena
individualidades_anarquistas@hotmail.com

RESISTENCIA SIN DROGAS

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El Estado te quiere drogado e ignorante para poder manipularte fácilmente.