 Gracias al desarrollo del movimiento obrero de la época de la Internacional el socialismo se halló en condiciones de sacudir los últimos vestigios de las tradiciones burguesas y de volar enteramente con sus propias alas. La concepción de los Consejos abandonó la noción de Estado y de la política del Poder, cualesquiera que fuese su máscara. Igualmente se hallaba en oposición directa con toda idea de dictadura. En efecto, aquella no trató solamente de arrancar el instrumento del Poder a las fuerzas posesoras del mismo y al Estado, sino que tendió a aumentar lo más posible su propia potencia.
Gracias al desarrollo del movimiento obrero de la época de la Internacional el socialismo se halló en condiciones de sacudir los últimos vestigios de las tradiciones burguesas y de volar enteramente con sus propias alas. La concepción de los Consejos abandonó la noción de Estado y de la política del Poder, cualesquiera que fuese su máscara. Igualmente se hallaba en oposición directa con toda idea de dictadura. En efecto, aquella no trató solamente de arrancar el instrumento del Poder a las fuerzas posesoras del mismo y al Estado, sino que tendió a aumentar lo más posible su propia potencia.Los adelantados del sistema de Consejos han comprendido muy bien que con la explotación del hombre por el hombre debe desaparecer también la dominación del hombre por el hombre. Ellos han comprendido que el Estado, potencia organizada de las clases dominantes, no puede ser transformado en instrumento de emancipación por el trabajo. Igualmente pensaban que la destrucción del antiguo aparato del Poder debe ser la tarea más importante de la Revolución social para imposibilitar toda nueva forma de explotación y retroceso.
Que no se nos objete que la “dictadura del proletariado” no puede ser comparada a una dictadura cualquiera por tratarse de la dictadura de una clase. La dictadura de una clase no puede existir como tal pues se va a parar, a fin de cuentas, a la dictadura de un determinado partido que se irroga el derecho de hablar en nombre de una clase. Es así como la burguesía liberal, en lucha contra el despotismo, hablaba en nombre del Pueblo. En los partidos que jamás han usufructuado el Poder, la aspiración al mismo, habiendo ganas de ello, deviene en extremo peligrosa.
(…)
Ya sabemos que la Revolución no puede hacerse con agua de rosas. No ignoramos tampoco que las clases posesoras nunca abandonarán, espontáneamente, sus privilegios. En el día de la
 Revolución victoriosa los trabajadores deberán imponer su voluntad a los actuales detentadores del suelo, el subsuelo y los medios de producción, lo cual no será conseguido, entendemos nosotros, sin que los trabajadores tomen por ellos mismos en mano el capital social y, ante todo, habiendo demolido el aparato autoritario el cual es, y seguirá siendo, la fortaleza que irá domeñando a las masas populares. Un tal acto representa sin duda alguna un acto de liberación; una proclamación de la justicia social; la esencia misma de la Revolución social, que nada tiene de común con el principio puramente burgués de la dictadura.
Revolución victoriosa los trabajadores deberán imponer su voluntad a los actuales detentadores del suelo, el subsuelo y los medios de producción, lo cual no será conseguido, entendemos nosotros, sin que los trabajadores tomen por ellos mismos en mano el capital social y, ante todo, habiendo demolido el aparato autoritario el cual es, y seguirá siendo, la fortaleza que irá domeñando a las masas populares. Un tal acto representa sin duda alguna un acto de liberación; una proclamación de la justicia social; la esencia misma de la Revolución social, que nada tiene de común con el principio puramente burgués de la dictadura.El hecho de que un gran número de partidos socialistas se haya adherido a la idea de los Consejos, que es la propia de los socialistas libertarios y de los sindicalistas revolucionarios, es confesión y garantía por lo que reconoce, con ello, que la táctica seguida hasta el presente es producto de una falsificación, de una distorsión, y que el movimiento obrero debe crear por su cuenta, con los Consejos, un órgano único y capaz de realizar el socialismo integral que el proletariado consciente apetece. Por otra parte, no se debe olvidar que esta decisión repentina arriesga introducir en la concepción Consejos a muchos elementos extraños, es decir, que nada tienen en común con las tareas originales del socialismo, debiendo ser eliminados como seres peligrosos para el desenvolvimiento ulterior de los Consejos. Esos elementos extraños el primer lugar que imaginan pertenece a la dictadura. Nuestra tarea debe cifrarse en cortar ese peligro y prevenir a nuestros compañeros de clase contra las experiencias que no pueden acelerar, pero sí, contrariamente, retrasar el día de la emancipación social.
En consecuencia, nuestra recomendación es la siguiente: ¡Todo por los Consejos, o Soviets! ¡Ningún poder por encima de ellos! Cláusula que será, al mismo tiempo, la de la Revolución social.
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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