miércoles, 28 de enero de 2009

¿Se entera o no se entera la Clase Obrera?

El concepto de “clase obrera”

Muchas de las personas que consideramos como clase obrera, clase trabajadora, hoy no se consideran como tal. Prefieren ser llamados clase media, clase acomodada, y algunos incluso dicen que eso de las clases ya no existe. Las personas que piensan que el llamar a los trabajadores clase obrera no es más que una moda que ya pasó, les invito a mirar a su alrededor y comprobar si las relaciones que tienen con sus jefes, con los políticos, o incluso con los personajes famosotes, son relaciones horizontales, en las que ambas personas se encuentren en el mismo plano de igualdad.

Lógicamente, si uno es un poco serio y honesto, se dará cuenta de que estas relaciones son jerárquicas, que están bajo las órdenes de jefes y políticos. Paradójicamente, estas personas que en un primer momento no se identifican como clase trabajadora, no hacen otra cosa que trabajar y trabajar para sacar adelante a sus familias. Pero hay una pequeña gran diferencia con la clase obrera del siglo pasado (que es la misma que ahora): antes se recibía en pago de la esclavitud encubierta, un salario de subsistencia, y hoy día, ese salario es un salario emocional.

Definamos estos dos conceptos: salario de subsistencia es aquel que el patrón (para que luego digan que no hay clases) entrega al obrero, con el fin de que éste pueda alimentarse y pueda volver al día siguiente al trabajo. Cubre las necesidades básicas de alimento, vestido y a veces vivienda. Este salario sería algo equiparable al salario mínimo de hoy día, con lo cual, las cosas no han cambiado tanto. El otro concepto, el salario emocional, es aquel que entrega el patrón, no sólo para la subsistencia del trabajador, sino para cubrir sus “necesidades emocionales básicas”. Cuando vemos la nómina de un trabajador “moderno” y observamos que el salario sube por encima de lo que podríamos considerar como básico, podríamos pensar que es un buen salario, que el jefe “se porta”. Pero nada más lejos de la realidad, por dos motivos que explicamos a continuación.

En la época en que la clase obrera “existía”, hubo huelgas para conseguir mejorar las condiciones laborales, no sólo en cuanto a salario se refiere, sino en cuanto a condiciones físicas, a condiciones horarias… Lográndose una jornada inferior a las 40 horas en la construcción. Hoy día, puede que algunos cobren más de lo que se puede considerar básico, pero es a costa de destajos, precariedad laboral, riesgo de accidentes. Además, los salarios suben, si, pero los precios de los productos básicos (alimento y vivienda) suben más aún. Con lo cual, la subida de salarios no es tal, ya que hemos aumentado la producción y las horas de trabajo, y los productos han aumentado su precio.

El segundo motivo es la explicación del “salario emocional”. Este se da al “empleado” (denominación del trabajador que tiene la intención de atarle más a la empresa) para que cubra, como hemos dicho antes, sus “necesidades emocionales básicas”. Pero estas necesidades no son más que producto del sistema capitalista, ya que son necesidades creadas y no reales, que en otras circunstancias ni se habrían planteado. Necesitamos de un sistema de alcantarillado que nos garantice una salubridad en la tarea de deshacernos de nuestra “basura biológica”, pero no necesitamos de un WC último modelo, con radio incorporada. Necesitamos de una red de actividades de ocio, pero estas deberían ser autogestionadas, y no simplemente una trama de salas de cine, a las que lo único que les interesa son sus beneficios, y no distribuir cultura. No necesitamos de todas las tiendas que nos venden productos inservibles, ya que como su propio nombre indica, no nos sirven. Éstas tiendas se mantienen gracias al “salario emocional” que nos han vendido como medio de mantener el “estado de bienestar”, que no es otra cosa que la sociedad de consumo compulsivo. Por lo tanto, este salario no es más que un engaño, una estrategia del mercado para que ese “plus” que nos pagan hoy día, revierta de nuevo en las empresas, en forma de consumo desaforado.

Si la clase trabajadora de hoy no quiere ver la posición que ocupa en la sociedad actual (somos los últimos monos), quizá es por miedo a represalias, porque está cómoda viviendo en el mundo actual, o porque realmente piensa que es superior a las personas de los países más acosados por el capitalismo. La realidad es que el sistema ha hecho bien su “trabajo”, y ha logrado aislar a las personas de su verdadera condición de explotados.

El control de la educación y el silencio impuesto por la transición democrática son dos de las armas con las que ha contado el capitalismo para lograr tenerlo todo bajo su control. La educación ha logrado silenciar lo sucedido durante el siglo pasado, omitiendo sucesos en los que el protagonismo fue claramente de los trabajadores organizados, y ensalzando los valores “democráticos” de la constitución.

Por otro lado, el silencio impuesto por el “pacto de no agresión” entre todos los partidos políticos protagonistas de la transición, y los gobernantes de la Dictadura, ha contribuido de manera decisiva al olvido de toda la clase trabajadora de su verdadera condición de esclavos, modernos, pero esclavos al fin y al cabo. Por mucho que se hable ahora de la “Memoria Histórica”, nunca se reconocerá por parte de la clase dominante, que la verdadera memoria es la que nos hará recordar que somos los trabajadores los que tenemos que poner fin a esta situación de explotación del hombre por el hombre.

Sólo cuando miremos a nuestro alrededor y solamente veamos personas en las mismas condiciones que nosotros, personas sin relaciones jerárquicas, sin jefes ni empleados, podremos decir que ya no hay clases, que todos pertenecemos a la misma clase: la humanidad.

Texto publicado en el periódico CNT, nº352, Enero de 2009

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La coordinación y organización del grupo dependen de la afinidad existente entre las individualidades anarquistas agrupadas. Todas aquellas iniciativas, propuestas, acciones e ideas que surgen a partir de dicha afinidad están, en la medida que sea, incluidas en ella. Esta afinidad queda enmarcada dentro de la lucha obrera revolucionaria, antiautoritaria y anticapitalista, siendo la diversidad interior de cada uno de los individuos revolucionarios la encargada de generar los múltiples matices que continuamente enriquecen los planteamientos políticos del grupo.
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